Capítulo: Cuando el día conspira
Bruno se bajó de la camioneta con el casco bajo el brazo y el celular en la mano. Ricardo estacionó en la zona de entrada técnica, como cada mañana, y apenas pisó el suelo de obra, el ruido lo envolvió.
Martillos, grúas, obreros gritando órdenes, camiones descargando materiales.
Y sin embargo, su cabeza solo pensaba en ella.
Volvió a mirar el celular,no había nada.
Nada.
Ni un mensaje. Ni un “buen día”. Ni siquiera el doble tilde azul.
Suspiró. Apretó el celular con fuerza y lo guardó en el bolsillo trasero, justo cuando Dante bajaba a su lado.
—¿Listo, socio? —le preguntó, acomodándose el casco.
—Listo no sé, pero estoy acá —respondió Bruno, forzando una media sonrisa.
Entraron a la obra. Los saludos fueron confusos, como siempre.
—¡Buen día, Montes! —gritó uno.
—¿Cuál Montes sos vos? —preguntó otro, mirando a Dante.
—El del fondo es el arquitecto, yo soy el ingeniero —respondió Dante, sin detenerse.
—Ah… ¿el de las camisas? —dijo otro entre risas.
—E