Capítulo: La confusión que casi mata a Dante
El griterío en la vereda había hecho que media cuadra se asomara. Las veredas del barrio de Sol estaban llenas de curiosos que, desde la distancia, intentaban entender qué pasaba.
Pero no fue eso lo que hizo que el portón se abriera con violencia. Fue la voz grave y áspera de Edgardo, el padre de Sol, la que rompió el aire como un trueno.
—¿Se puede saber qué carajo está pasando acá? —preguntó, con las cejas fruncidas y los ojos afilados, mirando a cada uno como si los midiera de pies a cabeza.
Se plantó frente a Bruno, que todavía se sujetaba el pómulo con la mano. La sangre le manchaba la comisura de los labios.
—¿Quién te hizo eso? —preguntó el hombre, aunque en su tono había más sospecha que compasión.
David y Sandro se miraron entre sí. Fue Sandro quien dio un paso al frente, con el pecho inflado de orgullo y bronca.
—Fuimos nosotros, pa y lo volveríamos a hacer. Este tipo es un mujeriego de mierda. Lo descubrimos en el Sambódromo, de