137 Capítulo – Lo que vuelve a respirar
La cárcel de la ciudad no era un infierno… pero tampoco era paz. Al final habian conseguido un buen lugar para pagar su condena.
Era un lugar donde el tiempo se retorcía en los rincones, donde las paredes respiraban secretos y las promesas se oxigenaban con mentiras. Allí, Fabricio Castiglioni cumplía su condena con una rutina impecable,estudio, buena conducta, silencio estratégico.
Para los abogados, él era un preso modelo.
Para los informes, un hombre en proceso de reinserción.
Para el sistema, un caso esperanzador.
Pero para sí mismo, seguía siendo el mismo lobo en piel prestada, esperando el momento justo para morder.
Ese día, en la sala de visitas, alguien cruzó las rejas para verlo.
Era su madre.
Una mujer delgada, de rostro envejecido por la culpa, que siempre llegaba con la mirada cansada y una voz que aún conservaba ternura.
—Hola, hijo.¿Cómo estas?
Él la saludó con un leve gesto. Nunca la había tratado mal. Ella