—Al principio no. ¿Por qué? Supongo que porque estaba muy enamorada. Pese a la decepción inicial, seguí yendo al trabajo con las mismas ganas y no cambié mi forma de hablar con él en ningún momento. No sé si alguna vez te pasó, Dami, de ver a una chica que te gusta en brazos de otro hombre pero no abandonar nunca la esperanza de que algún día sea tuya —yo asentí indicándole que entendía lo que quería decirme, pero lo cierto es que nunca me había pasado. Yo me había enamorado una sola vez en mi vida, y había sido de Salomé—. Creí que en algún momento iba a tener mi oportunidad, que algún día iba a cortar con esa chica y entonces allí estaría yo en primera línea esperándolo.
—Pero no lo hiciste, te terminaste casando con Jürgen... —me adelanté a su relato— ¿Por qué? —noté como me iba apretando la mano con cada vez más fuerza.
—Te he dicho que este chico apareció cuando mejor iban las cosas con él, ¿no? Bueno, pues en esos meses que pasé trabajando a su lado, como que me olvidé un poco d