Se acercó a mí, me cogió de ambas manos y comenzó a sacudírmelas de arriba a abajo sin dejar de reírse. Yo, sin saber muy bien qué hacer pero sumamente desinhibido gracias a la atmósfera, empecé también a moverme al ritmo de lo que el local tenía para ofrecernos.
—¡Así! ¡Claro que sí! —continuaba riendo Lu, sin soltarme las manos.
—¡Joder! ¡Si es más fácil de lo que parece!
—¿Verdad?
Y ya no pude parar. Me sentía exageradamente bien, me sentía cómodo y feliz. Me gustaba mucho estar haciendo el tonto de esa manera junto a alguien a quien apreciaba y respetaba tanto. Y cada vez fui soltándome más, moviéndome quizás de manera ridícula, pero haciendo reír mucho a Laura, que era lo único que me importaba en ese momento. Me habí