—Porque tal y como está el ambiente con Olaia, quizás no sea buena idea que yo me quede aquí.
—¿Y por qué no? Ya te he dicho que Laia habla más de lo que hace. Deja de preocuparte tanto por ella. Además, visto lo indeciso que estás, no tienes alternativa.
Ahí me dejó pensando de nuevo. Era verdad, no tenía alternativa. Cristian y Román no querrían ni verme a esas alturas del partido, y Laura y Clara quedaban descartadísimas de antemano. Era o quedarme ahí o volver a mi casa.
—Pues nada, me quedo —dije entonces, no tan convencido.
—¿En serio? —dijo ella, poniéndose de pie de un salto—. ¡Pues a hacer los preparativos!
—Antes me gustaría darme una ducha —le dije—. ¿Puedo usar tu baño?
—Sí, claro. ¿Necesitas ropa? Mi hermano tiene de todas las tallas. Ha pasado por diferentes etapas físicas en su vida.
—Pues... —miré a mi alrededor y logré divisar la camiseta sucia del hermano de Alejandra que me había dejado Laura. Me puse de pie y la desenvolví para ver su estado—. Si me haces el favor.