19:05 hs. - Zamira.
—Vale, preciosa, ahora me vas a decir la verdad, ¿quién cojones te envía?
La había cagado, estaba claro. Alguna parte de mi historia no debió coincidir con lo que sabía el viejo y eso había hecho saltar la alarma. Estaba asustada, sí, y mi cara seguramente me delataba, pero debía mantener la calma y lo sabía; habían demasiadas cosas para analizar en ese momento. Evidentemente había tocado hueso; que el viejo se encargara de encerrarme para que le dijera quién me mandaba era digno de película de mafiosos. No sabía dónde me estaba metiendo y la escenita no ayudaba mucho; sin embargo, las ganas por saber qué estaba pasando eran mucho más grande que las que tenía de salir de ahí.
Mucho más tranquila, decidí adentrarme en ese desafío interrogatorio que me acababa de proponer el viejo Lorenzo.
—Fernando Fileppi —le dije, haciendo todo lo posible para recuperar mi semblante inicial.
—Vamos a ver, querida... —suspiró, como armándose de paciencia—. Quizás porte toda la cara