Valentino me ofrece su mano para subir al auto, lo pienso un par de segundos.
¿Es esto lo correcto?
—¿Qué sucede Hazel? —pregunta cuando me he quedado parada a un costado del auto sin decir nada.
—Es que… —me miro nerviosa las manos—. Nunca en mi vida me he quedado lejos de casa, bueno si es que a eso podría decirle “casa”.
Él me dedica una media sonrisa.
—No te preocupes, te promete que vas a estar bien.
Trago en seco, no dejo de pensar en todo lo que ha ocurrido ese día. Primero Michel, luego esos hombres muertos en la veterinaria, se me revuelve el estómago. Sin embargo ahora la única opción que tendría para estar segura es irme con Valentino y aceptar su ayuda, aunque debo dejar claras algunas cosas primero con él.
—Iré contigo, pero quiero que sepas algo. Me quedaré de manera temporal hasta que consiga un nuevo lugar al cual ir. Un sitio en el que pueda quedarme.
—No necesitas preocuparte por ello Hazel no me incomodaras.
—No me gusta el papel de damisela en apuros que es salvada por un caballero de brillante armadura —me burlo.
—¿Parezco un caballero de brillante armadura? —bromea con lo que acabo de decir.
Aprieto los labios.
—Tu silencio me lo ha dicho todo —se ríe.
—No estoy acostumbrada a que otras personas estén en deuda conmigo.
—Entonces pongámoslo en este término —me rodea y se acerca hasta mi—. No seré el caballero de brillante armadura que rescata a la doncella de la torre, seré el villano que la rapta —me ofrece su mano una vez más—. ¿Qué dices ahora ninfa de las flores?
Le regreso una sonrisa y ajusto mi mano a la suya.
—Aceptaré esa propuesta entonces.
Valentino me regresa una sonrisa cómplice, abre la puerta del asiento del copiloto y me pide que me ajuste el cinturón de seguridad mientras rodea el convertible negro para subir.
—No te preocupes por los hombres de la veterinaria, mi equipo de limpieza se encargará de dejar todo limpio y en perfectas condiciones como estaba, incluyendo el vidrio que se ha roto.
—¿Y si alguien ha visto algo?
—Dudo que eso haya sucedido, pero me mantendré informado si aparece algún curioso que quiera hablar de lo que sucedió.
No insisto más en aquello porque no quiero saber más del asunto, me he dado cuenta por mí misma que Valentino es una personas bastante importante, enigmática y quizás peligrosa. Sin embargo prefiero no hacer más preguntas respecto a él, me quedaré solo temporalmente con él porque ha demostrado que no es una mala persona como las que me rodean, he decidido confiar en mi intuición.
Nos toma quizás una media hora en llegar hasta nuestro destino, una enorme y elegante casa que se levanta sobre una increíble vista de la ciudad. Me he percatado hace no mucho que una caravana de tres autos nos ha seguido acompañados de una motocicleta.
—Hemos llegado —dice él y en seguida el enorme y negro portón que custodia la propiedad se abre revelando al menos una fila de diez hombres de traje negro que nos reciben.
Miro nerviosa a todos lados.
—Son mis hombres de seguridad no temas —me calma él.
—¿Esta es tu casa?
—Una de tantas propiedades —responde y aparca cerca a la entrada de la propiedad.
—Oh, veo.
—Anda pregunta, sé que estas dudosa, responderé lo que quieras saber.
—¿Vives aquí?
—No, soy de Venecia. Mis padres nacieron allí, pero he escogido esta propiedad para vivir los últimos cuatro años. Me estoy encargando de algunos asuntos familiares que requerían mi presencia.
—Debes ser alguien demasiado ocupado.
—Hazel —ablanda la voz—. No voy a decirte lo que soy realmente, porque creo que los ha deducido tu misma, pero quiero que veas en mí alguien en quien puedes confiar abiertamente. Te lo dije, te debo mi vida.
—Lo sé —respondo nerviosa.
Me bajo del auto y él lo hace enseguida.
—Sé que estas confundida, asustada y que no has tenido más opción, pero por suerte he podido encontrarte antes de que alguien pudiera hacerte más daño del que ya te han hecho —me toma sutilmente del brazo—. Ha sido mucho ¿verdad? —mira mi herida y yo retiro mi brazo de su roce.
—No quiero hablar de eso —se me cristalizan los ojos.
—Lo sé, y estoy dispuesto a ayudarte en lo que sea.
—Ya has hecho mucho por mí.
—Y lo seguiré haciendo.
Nuestra conversación se ve interrumpida cuando la motocicleta que nos seguía se estaciona a un lado, la persona que la conduce se retira el casco que le cubre el rostro y descubro que se trata de una hermosa mujer, de traje y cabello negro amarrado en una coleta. Se baja de allí y se dirige hasta nosotros.
—Caterina, ella es la señorita Hazel, quiero que le muestres las instalaciones, se quedara un tiempo en la mansión —le indica.
—Entendido señor Bonatti.
—Hazel, ella es Caterina es la jefe del esquema de seguridad y la persona de mi más entera confianza. Ella te guiará a tu dormitorio. En esta propiedad existen dos casas, una es la principal que es la que estás viendo ahora —señala la enorme casa de color blanco—. La otra es la casa de invitados, se encuentra ubicada a unos metros de la casa principal, ese es el lugar en el que te quedarás. Caterina te dará las indicaciones que debes seguir para que puedas estar cómoda.
—Entiendo —me limito a responder.
—Caterina una vez logres acomodar a la señorita Hazel vienes a mi oficina, antes de eso habla con el ama de llaves y dile que prepare una gran cena que sea llevada a la casa de invitados y también habla con Costanza, dile que necesito de sus conocimientos en enfermería para que atienda a Hazel, tiene heridas que necesitan atención.
—Como orden señor —responde ella.
—Hazel, debo retirarme, tengo que atender unos asuntos que requieren de mi tiempo. Estoy seguro de que Caterina hará un buen trabajo y estarás cómoda, si hay algo que no te guste me lo manifiestas a mí y le daremos una solución.
—No te preocupes voy a estar bien y una vez más, gracias.
—prego —responde él y se encamina a la casa en donde su figura desaparece en medio del pasillo.
—Por aquí señorita —la mujer me habla y me indica el camino que nos lleva a la casa de invitados.
El lugar está rodeado de árboles y flores al igual que de dos fuentes preciosas con figuras de ángeles. Es un sitio muy bonito y acogedor, como salido de cuento de hadas.
—Petunia aquí hay muchos árboles, estarás feliz aquí —me dirijo a mi ardilla y aquello logra una sonrisa en la pelinegra.
—Es la primera vez que veo una mascota tan particular como la suya, un consejo es que la mantenga a su lado o los perros de seguridad no serán tan generosos con ella.
La miro asustada.
—¿Hay perros?
Ella asiente.
—Contamos con ocho perros de seguridad, dos dogos argentinos y seis dobermans. Aunque están entrenados para atacar a quienes representen peligro, no podemos dejar que se presente accidentes después de todo estamos hablando de animales.
Trago en seco. Ahora en definitiva la que no saldrá de esa casa seré yo.
—Hemos llegado señorita —responde cuando nos hemos detenido en una preciosa y rustica casa mucho más pequeña que la principal. Caterina introduce la llave en la cerradura y me hace pasar al interior de la bella propiedad que refleja finos muebles en madera y preciosas decoraciones como centro de mesas con jarrones de flores naturales.
—Esto es hermoso —digo maravillada.
—Esta casa cuenta con cuatro habitaciones—me indica a su paso—. Cada una cuenta con un baño privado, para su comodidad puede quedarse a dormir en la habitación principal —me guía hasta esta en la que refleja una hermosa habitación con una enrome cama—. Esta habitación cuenta con una cama doble de suave edredón y una bañera, también hay ducha eléctrica por si desea tomar un baño relajante. Si desea agregar alguna esencia de su preferencia puede encontrarlas aquí —me indica el mueble de almacenamiento—. El desayuno por lo general es servido a las siete de la mañana, el señor Valentino acostumbra a salir muy temprano y regresar por las noches así que el almuerzo por lo general solo se le sirven a los empleados de la mansión, sin embargo usted será la excepción.
Me quedo en silencio tratando de memorizar todo lo que ha dicho.
—Hay una sala amplia con una pantalla grande en la que puede ver el programa que sea de su preferencia, también hay una cocina con todos sus implementos por si desea cocinar por su cuenta, y también hay un jacuzzi que puede disfrutar. Hay algo muy importante que debe saber y es que las puertas de la mansión se cierran a las nueve en punto de la noche, desde ese momento comienza el horario centinela.
—¿Horario centinela?
—Es como le llamamos, a las nueve en punto los perros de seguridad son sueltos para hacer su ronda y los guardias también custodian la mansión, los guardias tienen la orden de disparar a lo que vean sospechoso sin importar de que se trate, no salga de la casa después de las nueve a menos que sea una emergencia o este en compañía del señor. Para cualquier cosa no dude en llamarme y acudiré a usted.
—Perfecto Caterina, trataré de que mi estancia no traiga problemas a nadie.
—Por ninguna razón entre a la casa principal si no se le ha pedido o si el señor no lo ha solicitado, la casa principal solo es habitada por el señor, los guardias hacen turno afuera y el personal de limpieza, cocina, jardinería y demás empleados se retiran a las ocho media a sus habitaciones.
—¿Qué hay si deseo hablar con Valentino?
—Me lo indicará a mí primero.
—Comprendido.
—Si sigue mis instrucciones su estadía en la casa será perfecta. Este es mi número de contacto —alarga un papel en mis manos—. Recuerde llamarme en lo que sea requerido, la cena no tarda en llegar, que disfrute su estadía señorita.
Caterina deja sobre el mueble el juego de llaves, me tumbo sobre el enorme mueble sin dejar de cuestionarme si esto ha sido la mejor opción. Quizás he enloquecido.
¿Y si he muerto? Quizás este es un sueño, he muerto y estoy viviendo en una ilusión creada por mi mente.
—Quizás morí, sí eso ha pasado, me he muerto, no encuentro más respuesta a esta locura —camino de un lado a otro.
—¿Hablas sola ahora ninfa?
Aquella voz masculina me hace pegar un grito infernal.
—Lo siento, no quería asustarte —me calma él y siento que el corazón se me sale del pecho.
—Dios santo, que susto.
—He venido para saber cómo te sientes, dime ¿si te ha gustado la casa?
—Creo que es mucho para mí.
Valentino se sienta a mi lado y me mira fijamente.
—Yo por el contrario pienso que esto es poco a lo que has hecho por mí.
—Hablas de mí como si fuese un ángel.
—Quizás lo eres.
Me ruborizo con aquello e intento cambiar la conversación.
—Tu personal te muestra mucho respeto y fidelidad.
—Se llama lealtad, de donde vengo la lealtad es lo más importante al igual que las promesas, como la que te he hecho yo. Así que quiero que hagas algo por mí. ¿Crees poder hacerlo?
—¿De qué se trata?
—Promete en este instante que si alguna vez te encuentras en problemas y yo no estoy cerca me llamarás para que venga a ti.
—¿Qué?
—Júralo Hazel, promete que si te ves en problemas me llamarás, sin importar que o donde vendré a ti, aun cuando el mundo se esté cayendo a mil pedazos recurriré a ti. Dejaré lo que sea que esté haciendo y vendré a ti, vendré a la persona a la que le tengo lealtad y con la que estoy en deuda.
—No tienes por qué hacerlo.
—Di que lo harás.
Tomo un fuerte respiro.
—¿Por qué me estas diciendo esto? Apareces de la nada y me haces una promesa de que estarás para protegerme, ¿Por qué te preocuparías por mí? Todo a mi lado es caos. Nada en mi vida ha ido perfecto.
—En la mía tampoco —se levanta del mueble—. Pero de algo si estoy seguro, y es que cuando haga una promesa la cumplo.
—Tampoco soy de las que rompen promesas, así que lo haré. Te llamaré si me veo en problemas, pero tú debes prometerme algo a cambio también.
—Lo que pidas.
—Que te detendrás si yo te lo pido, no vendrás a mi si no lo pido, no harás nada si te pido que no lo hagas. Vi como actuaste con Michel y esos hombres, estoy segura que no quiero ver más escenarios de sangre, hay demasiados recuerdos dolorosos en mi vida que no quisiera volver a tener.
—Ese tipo Michel lo mínimo que merecía era morirse y ser arrojado a un lago infestado de depredadores para que ni sus dientes quedaran —replica con furia—. Una escoria menos en el mundo no haría la diferencia.
—Sé que Michel no es de mis afectos, pero no eres el que se encarga de sujetos como él.
—Sacar la basura es una de mis especialidades —sonríe.
—Haz la promesa que te pedido.
—Me temo que no puedo hacerla Hazel.
—¿Por qué?
—Porque una vez el odio invade tus venas, tu ser y todo de ti, la mente se te nubla, te encegueces y ninguna promesa vale. Así que es posible que en cualquiera de esos escenarios que me has pintado no esté en mi sano juicio y no me gusta romper promesas, soy un hombre recto y fiel a mis principios en la famiglia.
—De acuerdo, no prometas algo que no puedas hacer, no voy a obligarte. Pero quiero que sepas algo, una vez deje esta casa, trataré de ir a un lugar en el que nadie pueda encontrarme, iniciaré una nueva vida, lejos de esta ciudad, de esa casa, de mi madre, de esos dolorosos recuerdos. Lo haré porque es lo único que puedo hacer para encontrarle un sentido a mi vida.
—La soledad no siempre es buena ¿lo sabias? —me toma de las manos.
—He estado sola por veinte años, ¿porque ahora sería la diferencia?
—Porque ahora me tienes a mí.