Abro los ojos para descubrir que nos encontramos en un lugar bastante grande y viejo. Posiblemente se trate de una bodega antigua o algo por ese estilo. Giro mi rostro para encontrarme a una Caterina que no deja de llorar y lamentarse.
—Lo siento mucho señora Hazel, esto ha sido mi culpa —solloza.
—Está bien, no pasa nada. No te culpes por eso.
—¿Cómo no hacerlo? el señor Valentino va a matarme cuando se entere.
—Cálmate Caterina, ahora lo que tenemos que hacer es buscar una manera de salir de aquí.
El ruido nos alerta de que alguien se acerca, los pasos resonar sobre el viejo piso. Una puerta se abre reflejando la figura de un hombre algunos años mayor de contextura robusta, tatuajes en algunas partes de sus brazos y una mirada intimidante como la de un león a su presa.
—Buenas noches señoras —su acento es distinto.
Se acerca hasta nosotras, una sonrisa se dibuja en sus labios.
—Señora Hazel, he estudiado cada uno de sus movimientos detalladamente desde que decidió quedarse al lado d