VIOLA
Caminamos hacia el coche de Kevin. Mis pasos eran firmes, pero mi cuerpo aún temblaba ligeramente, ya no por miedo, sino por la adrenalina que aún no había desaparecido. Kenny se aferraba a mi pecho, sus pequeñas manos agarraban mi ropa como si temiera que volviera a desaparecer.
Lucas me abrió la puerta trasera. —Sube primero, Vi. Kevin y yo nos aseguraremos de que nadie nos siga.
Asentí, pero antes de entrar, volví a mirar hacia la casa de Kael.
La casa tenía el mismo aspecto que cinco años atrás: majestuosa, fría y demasiado silenciosa para un edificio de ese tamaño. Pero por primera vez no la veía como una prisión.
Más bien como un campo de batalla.
Y acababa de ganar la primera ronda.
Entré en el coche. Kevin se sentó delante y Lucas a su lado. No hablaron mientras el coche salía del complejo. Nadie miró atrás. Nadie intentó ver si Kael volvía a aparecer.
No era necesario.
Si Kael quisiera perseguirme, lo haría de una forma más astuta que persiguiendo un coche.
El trayecto