KAEL
Los días pasaban y cada segundo parecía un nuevo capítulo en mi vida. Evelyn se había convertido en una persona cálida, cariñosa y amable. Creo que Evelyn había cambiado de verdad. Por completo.
Ya no era una niña mimada.
Mi casa, que antes me parecía fría y solitaria, poco a poco volvió a llenarse de vida. Al menos después de que Viola se marchara.
A menudo me saludaba cada mañana con una dulce sonrisa y una taza de café caliente que ella misma preparaba. Por primera vez, Evelyn me ofreció café.
Aunque no era de mi agrado, ya que prefiero el té verde, me sentí feliz por el sencillo gesto de Evelyn. Era una mejora.
—Kael, no trabajes demasiado hoy, ¿de acuerdo? —me dijo mientras me ajustaba la corbata. Su voz era suave, casi como un susurro.
—Evelyn, ¿dónde aprendiste a hacer estas pequeñas cosas? No creo que antes fueras así. Estoy muy feliz.
Evelyn solo sonrió satisfecha.
—Sí. Kael, no iré a la oficina estos días. Quiero centrarme en nuestra boda.
La miré un momento y luego ase