La mente de Kathlyn Santillano no se detiene, en su casa sentada, y ahora fumando está recostada de la pared pensativa, para estructurar la ruta de un plan que anhela que sea perfecto.

Román vuelve a caminar por la sala preparándose para salir, y brinca de sorpresa, cuando se tropieza con el olor a cigarrillo. Retrocede para comprobar sus sospechas…

—¡¿No me digas que ahora perteneces al reino de los draco?!...¿Desde cuándo tú fumas?...

—¡Déjame en paz Román, no te metas en mi vida!...

—¡No te veo bien!;

¿sabes?...¡Dame ese cigarro!

Román le toma la mano y ella a la vez la retira con violencia…

—¡Me tienes harta!... Kathlyn tira el cigarrillo al suelo y se va corriendo para su habitación…

Que lejos están los días cuando a Mauricio no le importaba nada, y solo quería divertirse. Ahora sobre su cama viendo el techo lo recuerda, uno de los mejores amantes que ha tenido en su vida, o quizás el mejor. Un hombre en todo el sentido de la palabra.

Suspira profundamente recordándolo, como dis