Killiam
¡Maldición! ¡¿Quién se ha atrevido a tocar a mi luna?!
Golpeo el saco de entrenamiento con furia, y este, aunque es de puro hierro y está asegurado para que mi fuerza no lo derrumbe, cae desplomado porque no soy capaz de medir mi fuerza.
No ahora, no con esta ira que me está quemando.
«Debemos encontrar al intruso y asesinarlo lenta y dolorosamente», me insta mi lobo.
Y sí, tengo unas ganas inmensas de destrozarlo con mis propias manos, de ver su maldita sangre correr.
—Primero tengo que encontrarlo —razono, y suelto un largo suspiro para recuperar la compostura—. No lo entiendo. ¿Por qué Lara me sería infiel con otro lobo? ¿Quién es ese maldito? ¿Serán pareja?
La mera idea me provoca náuseas.
Entiendo que ella piense que la traicioné con Morana, incluso que no me perdone por lo sucedido. ¿Pero ya me cambiara por otro? ¿Tan rápido?
—Y después de que me usó como si yo fuera un vaso desechable... —mascullo entre dientes.
Esa mujer es malvada, vengativa y desgraciada. ¿Cómo se a