Lara
No sé si sentirme ofendida o alegre por el arrebato de este fae que se contradice. De lo único que estoy segura es de la confusión que me nubla el pensamiento.
Ah, y el delicioso sabor que tienen los besos de este hombre. Eso no se lo quito, él besa muy bien.
Ay, ¿por qué no puedo resistirme a su encanto?
Mis manos buscan la textura de su cabello, pero algo se siente incorrecto cuando, en vez de las ondas finas, siento unas más gruesas y largas.
No son las de Killiam...
Me quedo frizada mientras Arion reclama mis labios con hambre. O berrinche, sí, me parece más probable que lo haga por rabia.
Y ni siquiera sé qué hice mal.
—Basta... —Lo aparto—. Dijiste que el beso de esta tarde fue un error, pero lo haces de nuevo.
Noto que su ceño se frunce ligeramente.
—Pues... —Aprieta los ojos, como si no tuviera una respuesta.
No lo puedo creer.
El gran Arion todo-lo-sé-y-lo-puedo se ha quedado sin respuesta.
Esto es fascinante.
—¿De qué te ríes? —me reprocha, pero eso solo ensancha mi son