Tiempo actual…
Killiam
Mi lobo está tan débil que no percibo su fuerza. Mi alrededor es borroso y los sonidos, confusos, también mis sensaciones.
Le acaricio el cabello, ese que siempre le elogiaba, aunque su textura es un poco diferente al tacto.
Ignoro esa extraña incomodidad, una vocecita lejana que me grita algo que no logro descifrar, pero que me inquieta.
—Lara...
Sus besos me callan.
¿Por qué sabe diferente?
Aun así, me aferro a ella. Necesito perderme en mi locura antes de tener que tomar una decisión difícil.
—Alfa, ¿qué hace? —Esa pregunta me confunde y me provoca un amargor que me juzga.
—¿Lara, eres tú? —quiero confirmar, pues por un momento me pareció que no.
—Soy yo... Estoy aquí contigo —me asegura.
Y anhelo que sea así. Quizás todo lo anterior fue una pesadilla y esta es la realidad.
—Eres inocente, ¿cierto? —insisto.
—Sí, lo soy —me asegura, y le creo.
Despierto exaltado.
—¡Maldición! —grito, hecho furia—. ¿Hasta cuándo soñaré la misma mierda? Fui un maldito imbécil