SAMANTA
Cuando llegué a la oficina, me encontré con que Rick no había ido.
Las entrañas me quemaban por todo lo que había dicho anoche. Mientras tanto, a mi lado se encontraba Frank, indiferente, pensando que era Linda quien llamó. Mis mejillas ardieron y la vergüenza me embargó con sus palabras, pese a que era notorio que estaba ebrio.
Luego de que Frank se marchara, marqué su número varias veces, pero no respondió.
Volví a marcar a la oficina de Linda para saber si tenía alguna razón de su parte, sin embargo, su respuesta me dejó intranquila: ella también lo había llamado por unos pendientes y no pudo localizarlo.
Sin pensarlo demasiado, tomé mis cosas y salí de la oficina con la intención de ir a buscarlo. Tomé un taxi y le pasé su dirección al