57. Fuego y cenizas
La verdad no se revela de golpe; se filtra como agua por una grieta, hasta que rompe todo lo que encuentra a su paso.
La ciudad dormía bajo un manto de silencio, pero en la oficina de Valentina la luz seguía encendida. El reloj marcaba las dos de la madrugada y ella aún estaba rodeada de papeles esparcidos por el suelo. Tenía los ojos enrojecidos, el cabello revuelto y un lápiz entre los dedos que no dejaba de golpear contra el escritorio.
La carpeta de Edificaciones Ligure S.A. se había convertido en su condena y en su salvación. Había extendido los documentos como si fueran piezas de un rompecabezas, subrayando nombres con un marcador fluorescente, anotando fechas en una libreta que ya estaba llena de garabatos.
-- Tiene que haber algo… -- murmuraba una y otra vez, como un mantra. -- Tiene que haber un hilo que lo conecte todo.
Pasaba las hojas con brusquedad, marcando cifras, comparando firmas. En varias facturas aparecía un nombre recurrente: Moretti Holdings – Inversión asociada.