35. Cara a cara con el enemigo
Los rostros del enemigo no siempre se ocultan en la oscuridad: a veces caminan frente a nosotros, reflejando lo que más tememos ser.
La vieja fábrica abandonada olía a óxido y polvo, como si las paredes mismas hubieran absorbido los recuerdos de guerras pasadas. El eco de los pasos de Luca y Valentina resonaba en el suelo de cemento, cada pisada como un recordatorio de que habían decidido entrar en la guarida del enemigo. El silencio era tan profundo que el más leve crujido metálico parecía un grito.
En el centro del amplio galpón, iluminado apenas por un reflector colgante que chisporroteaba de vez en cuando, estaba él. Alessandro Vitali, el hombre detrás de las sombras, el enemigo que hasta ese momento había preferido actuar desde lejos, enviando a otros a ensuciarse las manos. Su sola presencia imponía. Vestía un traje oscuro perfectamente cortado, como si la suciedad y la decadencia del lugar no fueran dignas de mancharlo. Su cabello engominado hacia atrás brillaba bajo la luz ama