Frank Maxwell es un solitario millonario recién divorciado y padre soltero del pequeño Gabriel a quien su madre rechazo. Desconfiado de las mujeres debido a su ex esposa Susan, Frank no quiere involucr con ninguna, aunque, al mismo tiempo, desea encontrar una buena mujer que sea una madre para su pequeño hijo. Sin embargo, el destino a veces da en donde mas duele, y el joven padre ha sufrido la perdida de su hijo en ms de su cruel ex esposa, aun asi, los caminos del padre y el hijo han de reencontr en donde menos esperan y por una buena mujer que lo ha dado todo para criar a un niño que no es suyo. Emily Grant, una amable joven universitaria que busca ayud a pagar a su carrera, ha entrado en la vida de Frank y Gabriel para cambiarlo todo. ¿Podrá Frank ver más allá de aquella sencilla mujer de corazón de oro? ¿O su desconfianza en las mujeres le hará dudar del amor naciente entre ambos? Un papá millonario busca a su hijo perdido y quizás encuentre el amor en donde menos se espera.
Leer másNuevamente sus ojitos negros estaban abiertos esperando ver a su padre, mas esta vez pudo observar a una mujer de cabello rojo y de lentes a la cual reconocía muy vagamente, lamentablemente, aunque ella fuera su madre, jamás le había sido muy cercana por lo que no le reconoció del todo. Sintió como esa mujer le tomaba en brazos con poca delicadeza, no como el pelinegro que recordaba, si no que esta era algo más brusca y por, sobre todo, la mueca de sonrisa que traía en su rostro era bastante falsa.
—Hola mi Gabriel –hablo con sarcástica ternura la morena quien tenía al pequeño de tan solo seis meses en sus brazos mirándole con suma inocencia.
—Pa… pa –balbuceo apenas el pequeño quien miro apenas al resto del cuarto buscando aquellos ojos negros que el ya reconocía y quería demasiado.
—No Gabriel, no veras a tu padre hoy… ni nunca más… —expreso la morena con una sonrisa maliciosa agarrando una pequeña mochila y saliendo del cuarto del bebe con él en brazos.
Ya era tarde, el sol comenzaba a ponerse, y era la hora en que él siempre llegaba a su casa. Podría ser un día como cualquiera, pero para el no, ese día era precisamente cuando su pequeñito de ojos tan negros como los suyos cumplía exactamente seis meses. Entro en su casa como cualquier día, solo que esta vez venia con una bola en sus manos donde traía un pequeño regalo envuelto por el mes sexto que su hijo cumplía, ese regalo era muy especial, un pequeño balón de futbol mediado, ya se hacía ilusiones de que cuando aprendiera a patear llevarlo a jugar con él y un balón.
—Señor… qué bueno que llego… lo lamento señor… ¡lo lamento mucho! –Expreso algo alterada la mujer que el mismo había contratado al pararse frente a él con los ojos llenos de lágrimas.
—¿Qué ocurrió? –le pregunto enseguida al ver lo alterada que aquella mujer estaba, algo malo pasaba y temía lo peor, lo sentía, algo en su mente se lo decía.
—Llego la señora Susan y me amenazo con despedirme si no la dejaba ver al pequeño Gabriel, luego salió con él y una mochila, después de eso ya no he vuelto a saber de ella ni de Gabriel –explico llorando la mujer mientras se tapaba los ojos con mucha culpa y preocupación.
—Gabriel… —susurro ido el pelinegro sin poder asimilar completamente la situación.
Dejo caer automáticamente aquel pequeño regalo envuelto al suelo, el shock era mucho. Antes de siquiera poder asimilarlo su estómago se apretó y sus ojos comenzaron a arder. Sabía que si Susan se había llevado a su pequeño nada bueno podía pasar, le aterraban las opciones y a cada momento pasaba una peor por su mente. El llanto de su empleada y los zapatos de tacón de alguien caminando a sus espaldas le hicieron volver a mundo de un momento a otro.
Su cabello rojo le hizo enfurecer, su mirada maliciosamente juguetona le miraba como si fuese un ignorante, su rabia crecía a casa instante por el tan solo hecho de verla allí parada y saber que ella tenía a su hijo en su poder.
—Hola amorcito –saludo de forma coqueta y juguetona la de lentes haciendo uso de su mejor cara de ignorancia.
—¡¿Qué m****a hiciste Susan?! –pregunto colérico el Maxwell, debía controlarse, ella sabía dónde estaba su pequeño bebe y no podía hacer algo de lo que luego se arrepintiera.
—Solo salí con mi hijo, ¿es tan malo?, yo pensé que tú querías que pasara más tiempo con el –expreso de forma burlesca la mujer arreglándose sus lentes evitando la colérica mirada de su esposo.
—¡¿Dónde está Gabriel?! ¡¿Qué le hiciste?! –Pregunto a punto de explotar el Maxwell al momento de que agarro uno de los brazos de la morena con brusquedad, mas esta no soltó ni un quejido, solo le miraba de forma burlesca.
—Como tú quisiste arruinarme la vida, solo te quite algo que te importaba. Gracias por el divorcio, voy a perder todo, el dinero, la vida lujosa y sí, como has investigado, los amantes. Entonces tú, también tienes que perder algo, por ejemplo, la causa del todo, el maldito hijo –hablo sonriendo de medio lado con crueldad la morena soltándose del agarre del azabache que al momento que ella termino de hablar el palideció totalmente contrastando su rostro con la oscuridad de sus ojos.
—No… no me digas que lo… —prefirió dejar inconclusa la frase o mejor dicho, no pudo terminarla ya que su estómago se apretó aún más de pensar en aquella aterradora posibilidad—
—Claro que no, no le hice daño, iría presa y eso me privaría de hacer todo lo que quiera, así que lo di en adopción, como su madre, tenía el derecho de hacerlo –dijo como si hablara de un tema cotidiano aquella mujer de cabello rojo sonriendo complacida de medio lado.
—Adopción…— susurro completamente ido aquel azabache, quería desfallecer, quedar inconsciente y despertar para saber que fue un mal sueño, quería escuchar mal o que le diera un ataque y morirse en ese mismo instante, pero no deseaba por ningún motivo que aquel momento que estaba viviendo fuese real.
—Ahora si Frank, no tendremos que separarnos, todo podrá volver a ser diversión y amor como antes –expreso sonriente aquella mujer como si sus problemas hubieran desaparecido para siempre, pero su rostro cambio no solo de expresión, sino que de dirección al sentir el golpe de una bofetada en la mejilla.
—Vete de aquí… —susurro apretando los dientes y conteniendo su ira el azabache, de verdad iba a explotar, no resistiría mucho más apretando los puños, pero sabía que si hacia algo todo se iría a la basura y no habría marcha atrás.
—No prepares cena hoy tengo asuntos urgentes que atender –expreso frio el azabache apretando los puños y los dientes sin siquiera mirar a su empleada. — tranquilo mi niño… te encontrare, es una promesa, no dejare que esa m*****a zorra se salga con la suya —pensaba e ideaba el azabache mientras caminaba hasta la salida de su mansión a toda velocidad, tomaría medidas inmediatas.
Aunque lamentablemente, los efectos no lo serian…
¿oí quejas?–pregunto con ojos de demonio nuevamente Emily tronando sus dedos y haciendo palidecer desde a sus hijos hasta a los hermanos rubios quienes tragaron grueso y hacer sonreír nerviosa a la hombre— N—no–respondieron al unisonó todos los hermanos negando fuertemente con la cabeza, solo que Armand paro volviéndose a sobar la nariz al encontrarse con que le seguía doliendo— Sana, sana, ya sano–dijo Blanca con una divertida expresión habiendo, con dos dedos, sobado la nariz del pelirrojo con cuidado— Blanca, eso sirve con los niños de kínder–se quejo con ojos entrecerrados Armand mirando como sonreía divertida la hombre, aun cuando eran novios, el complejo de niña inocente de esta todavía le desconcertaba de cierta manera, ya que a pesar de tener ahora 10 años, seguía comportándose de 5 años la mayoría del tiempo— Entonces así–pronuncio la hombre quien luego se acerco al rostro del pelirrojo dándole un beso en la nariz, dejándolo con los ojos abiertos de par en par y las mejil
¡Termine!–exclamo feliz la pequeña de ahora 5 años colocándose de pie desde la silla del escritorio de su hermano y levantando su cuaderno con una hermosa sonrisa— Espero que hayas entendido, sino, puedo explicártelo de nuevo–ofreció el pelirrojo quien sabia que a su hermanita a pesar de ser bastante inteligente, como a todo niño habían cosas que le costaba entender de la escuela, sobre todo cuando avanzas en los grados— No, intentare hacer el resto yo sola, no quiero interrumpir más tus estudios de la universidad–sonrió de manera dulce la pequeña rubia de ojos negros con agradecimiento para su hermano, sabia lo muy ocupado que estaba en sus estudios y aun así siempre podía contar con él— Está bien, pero si necesitas ayuda sabes que puedes pedírmela–dijo Armand con una enorme sonrisa a su hermanita, después de todo para él jamás fue molestia ayudarle a estudiar— ¡Ferdinand! ¡Fernand!–Escucharon el tremendo grito de la rubia madre de ambos sacándole una tremenda gota a ambos al esc
Es verdad –afirmo Armand quien cerró los ojos de momento para abrirlos con una media sonrisa muy a su estilo— además, salgo de viaje a Londres ahora a las ocho, así que ya tengo que irme para registrarme y todo el asunto–aviso recordando la hora que era y que si no se alistaba para volver, perdería el pasaje de vuelta— Dale mis saludos a Emily–pidió Gustav a Armand con una divertida mueca esperando una reacción de enojo de el pelirrojo quien siempre fue celoso de su madre— Pero esta vez era diferente Ya quisieras–sonrió con diversión el pelirrojo menor comenzando a caminar dándole la espalda con diversión a los esposos— Y a tu familia, tarado–completo la frase Gustav mirando con cara de fastidio a Armand quien se quedo parado para tan solo verles por sobre su hombro— Insisto, quisieras–sonrió de medio lado con los ojos divertidos para seguir caminando solo levantando una mano en son de despedida— No ha cambiado tanto como pensaba—pensó con un suspiro de fastidio Gustav, muy a pe
Me volvieron a trasladar aquí ya que la empresa que me contrato abrirá una sede en Inglaterra y como yo sé japonés les convenía traerme–volvió a explicar sin darle mucha importancia al tema el pelirrojo mayor mirando el rostro serio de Armand— Que suerte–dijo con ironía Armand mirando con un tic nervioso a Gustav, realmente no había cambiado nada después de todos esos años— Sí, he tenido suerte estos últimos años –sonrió con ligereza Gustav quien se coloco en la misma posición del Maxwell pelirrojo, mirando al parque— recuerdas aun este parque con dolor ¿verdad?, es normal, ya que ha sido mi culpa muchas de las cosas que pasaste–intento comprender Gustav la mirada y actitud que Armand aun tomaba con él, era lo más razonable, después de todo lo que había hecho se merecía su indiferencia— No es dolor con lo que recuerdo este parque ni es rencor lo que tengo contigo–suspiro el Maxwell quien cambio su cara de fastidio por una de nostalgia mientras miraba aquel parque— ¿no?–pregunto as
Aun veía con sus chocolate ojos a aquel chico con una gota en la cabeza, no era para menos, no siempre se podía ver a aquel pelirrojo Maxwell con una curita en la mejilla y con un ojos morado. Si, un ojo morado Está listo–afirmo Armand dejando el lápiz sobre el escritorio y pasándole un montón de papeles a quien estaba del otro lado del escritorio quien asintió tomándolos y comenzando a revisarlos— Frank es un demonio sin compasión, hacerte venir aquí después de tan tremenda tunda–comento Jaden aun revisando los papeles mirando que todo estuviera en orden con una sonrisa de diversión ante el suspiro que escapo de la boca del pelirrojo— Si es por demonios sin compasión, conozco a uno peor, el que me dio la tunda–afirmo el pelirrojo con aburrimiento colocando un codo en el escritorio y depositando su mejilla en su mano, reaccionando inmediatamente al dolor ya que se apoyó inconscientemente en su mejilla herida— Sobreviviste–dijo Jaden con expresión de risa arrogante en su rostro al
Cuando llegue la enfermera iré, antes no, no dejare a mi hijo solo con esta banda de incompetentes rodeándonos–se quejo Frank cruzándose de brazos con impaciencia al ver que por mucho que esperaban y pasaban los segundos, no llegaban Carlo y Minerva con una enfermera— Era un hospital, debían haber muchas de ella, ¡¿Cómo no había una cuando se le necesitaba? Le estaré esperando en la recepción–afirmo el médico quien salió prácticamente corriendo de la habitación asustado por la dura mirada que Frank había colocado— Armand–llamo Emily al pelirrojo al ver que este tenía cerrados los ojos con una tranquila expresión en el rostro— ¿murió?, ¿Cómo sucedió? –pregunto aun sin abrir los ojos, sentía como aun la anestesia le adormecía después de esa noticia y la intensa tranquilidad que le dio al alma saber aquello— No le deseaba mal a nadie, pero era egoísta Cuando impactamos el auto con el de ella, ella quedo atrapada, apenas quedaste inconsciente comenzaron a incendiarse ya que la gasol
Último capítulo