8. Eres un hombre viudo, Cristopher

Cristo atravesó aquel pasillo que de pronto le pareció más que infinito; en ese momento descubriría que era lo que se traían esos dos. ¿Cómo se atrevían? ¡En su propia casa… ja! ¡Eso era inaudito y no iba a consentirlo!

Palacios miró las ecografías con gesto asombrado y luego a ella; ¡Lo sabía! Se dijo a sí misma, sabía que no estaba loca, él también ha pensado lo mismo.

— Gali, esto es… — tragó la bilis en su garganta y negó con la cabeza, era increíble, de verdad, jamás había visto algo así en sus años de carrera… ¡en su vida!

— Lo sé, lo sé… — musitó ella, contrariada — hice esa misma cara cuando las vi, son tan…

— Idénticas — concordó él, pero algún sentido debía tener, ¿cómo era posible que su bebé y la hija de su mejor amigo tuvieran un parecido tan… similar? — ¿Cristo… sabe de esto?

— No, él no sabe nada… por favor no lo menciones.

El brasileño apenas había alcanzado a escuchar lo último que se decían cuando abrió la puerta como quien es dueño de su casa y entró allí dispuesto
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