61. Su vida entera. Su universo
Las terapias de Cristo comenzaron muy pronto, y aunque las mejorías se verían a partir de las semanas siguientes, todos en la familia se mostraron muy felices al saberlo tan optimista; sí, sería una recuperación lenta, pero el saberse rodeado de toda su gente era el motor que necesitaba para seguir y no rendirse.
Galilea fue paciente con él, amable y cariñosa. Lo acompañaba a cada una de sus terapias incluso cuando él se oponía, pues ella estaba gestando a su hijo y se debía al descanso absoluto, al menos las primeras semanas.
— No me vas a convencer — le dijo ella un día, inclinándose para darle un beso — además, me encuentro perfecta, así que vámonos que estamos sobre la hora.
El brasileño negó resignado y la tomó de la nuca para robarle otro beso. Todavía sus músculos no reaccionaban del todo para invadir su boca como solía hacerlo; sin embargo, tenerla pegada a él, de esa forma tan intimida, aún lo hacía sentir un hombre vivo.
Llegaron puntual, como siempre; ella se encargaba de q