Johannes había cancelado todas las reuniones del día. Derrumbado sobre su silla, no conseguía reunir fuerzas ni para encender su PC.
Había dejado de hacer sufrir a Sheily y se había vuelto a reunir con ella para darle lo que tanto deseaba. ¿Qué pensaría la diosa Sheily si descubría que el miembro con el que se atragantaba era el del perro Bobby que ella tanto detestaba?
La había follado. La había follado hasta cansarse y no era exageración. La mujer más hermosa del mundo le había pertenecido en cuerpo y alma, mientras temblaba de placer entre sus brazos. Con esmero y habilidad se había ganado su devoción hasta el punto de aceptar reunirse con él fuera de la iglesia. Era la más grande muestra de entrega y confianza que alguien le hubiera dado sólo por el hecho de estar con él, porque él era lo que ella más anhelaba.
Fueron días magníficos, pero terminaron demasiado pronto. Ella jamás le contestó al ofrecimiento de ser su dueño indefinidamente y el número por el que se contactaban esta