Capitulo 16. La Trampa De La Ratona
La revelación fue como un relámpago en la oscuridad de mi celda: el objetivo no era la cerradura, era el hombre. La conclusión era tan aterradora como liberadora. Mi guerra ya no era contra muros y sistemas; era contra carne y hueso. Contra un corazón que yo ni siquiera estaba segura de que existiera. Y para atacar al rey, tienes que acercarte al trono.
Mi estrategia cambió de la noche a la mañana. La sumisión pasiva se transformó en una proximidad calculada. Necesitaba crear oportunidades, escenarios que forzaran un contacto que él no pudiera anticipar como una agresión. Mi primer movimiento fue absurdamente simple.
Esa tarde, lo esperé en el salón. Elegí un vestido de seda color marfil del armario, uno que era suave, fluido, casi inocente. Cuando entró, con la tensión del mundo exterior marcada en la línea de su mandíbula, me levanté del sofá. En mi mano llevaba una taza de té vacía. Caminé hacia la cocina justo cuando él se dirigía a la barra a servirse un whisky. Nuestro camino se