MIS PADRES

—¿Dónde está Lana? ¿Acaso esa chiquilla aún sigue enojada? —Pregunta Rubén, al ver a Rebecca aparecer sola en la sala.

—No se siente bien. Será mejor que regresemos otro día.

—A mí no me vengas con esos cuentos, además no hace mucho que llegamos. Deberíamos quedarnos a cenar.

—Pero no hemos sido invitados.

—¡Acaso tengo que ser invitado a comer en la propia casa de mi hija! Ya te dije que nos quedaremos a cenar. No me hagas enojar, Rebecca. Además, hay algo de lo que quiero hablar con Callum, y no planeo irme de aquí sin verlo.

—¿Qué pretendes, Rubén?

—Cosas de hombres, mujer… —Le dice, y Rebecca lo mira con sospecha, y se le acerca con paso firme, señalando su rostro con el dedo.

—Te conozco, y más te vale que no te atrevas a pedirle dinero, o…

—¿O qué? —La interrumpe de inmediato en tono amenazante.

—O soy capaz de divorciarme.

—¡No me amenaces, mujer! —La toma fuertemente del brazo, y esta se suelta, muy decidida.

—No te amenazo, te aseguro que así será.
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