—¿Qué haces aquí?
—He venido a asegurarme de que la señora esté bien.
—Pues está bien. Ahora vete.
—¡No lo haré! Tengo órdenes de mi jefe.
—Tu jefe está preso, y sus órdenes no tienen ningún valor en mi casa. Que se conforme con saber con qué Lana está bien. Ha despertado y no quiere saber nada de él.
—¿La señora despertó? —Pregunta un poco emocionado Claus a Felipe, que no ha hecho más que correrlo desde que llegó.
—¡Así es! Ha despertado, y no quiere saber nada de Callum o de cualquiera que tenga que ver con él. —Afirma a las afueras de la puerta de su casa, para evitar que Claus entre.
—Tengo que escucharlo de sus propios labios. —Intenta entrar a la fuerza, pero de inmediato es detenido por una bandada de hombres armados, que evidentemente Felipe tenía preparados. —¡Maldito!
—¡Lárgate de mi casa, ahora! —Ordena, y los hombres apuntan a la cabeza de Claus, quien no tiene más remedio que irse.
Lana, que había escuchado algunos ruidos, se acerca a la ventana d