CAPÍTULO 29. NO ES LA PRIMERA VEZ QUE ME SUBO A UN BARCO...

Mía sintió los golpes repetidos en la puerta y se levantó con las pocas fuerzas que le quedaban para ir a abrir la puerta del camarote. Se había dado una ducha larga que no había servido para quitarle el cansancio. Había vomitado un par de veces más y había tratado de dormir algo, pero parecía que era imposible. Finalmente había terminado encerrándose para no tener que lidiar con nada ni con nadie.

No supo en qué momento se había dormido, pero aquello había sido más un knockout que un descanso. Giordi bien podía haberse destrozado los nudillos tocando toda la noche y ella no lo habría escuchado.

Se envolvió en una bata de seda y enfrentó el rostro furioso de Giordi como si hablara con un niño con berrinche.

—¡Bonita noche de bodas! —escupió su recién estrenado esposo entrando en

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