El reloj de la biblioteca marcaba las tres de la tarde cuando Clara terminó de organizar el último fajo de documentos. La luz otoñal se filtraba por los ventanales, proyectando sombras doradas sobre los estantes de madera oscura. Llevaba horas revisando las cuentas de la casa, una tarea que Lord Delacroix le había encomendado tras notar su habilidad con los números.
Clara pasó los dedos por el borde de un libro de contabilidad, sintiendo la textura del cuero bajo sus yemas. Trabajar con estos registros le proporcionaba una extraña sensación de control, algo que escaseaba en su vida desde que había abandonado su identidad como Evelyn D'Armont.
—Parece absorta en esos números, señorita Morel —la voz de Victor Delacroix rompió el silencio, sobresaltándola.
Clara cerró el libro de golpe y se giró para encontrarse con el hermano menor de Adrian. Victor