Estaba furioso

—¡Beta Leo! —Alfa Ace, que estaba a punto de subirse a su auto y salir de las instalaciones de palacio, gritó cuando vio a Beta Leo aparecer desde la esquina—. Regresaré enseguida. —Les dijo a sus guardias y se acercó a Leo, quien había dejado de caminar, pero aún tenía el eterno ceño fruncido enmascarado en su rostro.

Alfa Ace entrecerró los ojos y lo miró atentamente mientras intentaba descubrir en su mente por qué Beta Leo fruncía tanto el ceño.

—Pareces completamente cabreado, hombre. ¿Quién te puso de tan mal humor? —preguntó con calma. Beta Leo dejó escapar un profundo suspiro y lo miró.

—Créeme, en el momento en que te lo diga, tu cara se oscurecerá más que la mía. Tal vez incluso más.

—Ahora estoy ansioso por saber qué es esa cosa. Adelante, dímelo.

—Es el rey —Beta Leo informó.

Alfa Ace frunció el ceño mientras lo miraba más de cerca. —¿Qué hizo esta vez? —preguntó con ojos escrutadores.

Beta Leo lo miró y suspiró profundamente. Se puso ambas manos en la cintura y miró al ci
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