38. Me equivoqué
«Jamás aceptaré ser la otra.»
Garrett cerró los ojos con fuerza y cuando los abrió, había una firme decisión en ellos.
—Lo sé, Livia. Y te prometo que no volveré a ponerte en una situación tan delicada y menos que te haga sentir como no deseas. Me equivoqué —aceptó—. Pero viviré para compensarte por este sufrimiento —agregó.
Livia deseó llorar cuando una ráfaga de calor golpeó su cuerpo. El aroma de Garrett no ayudaba, ese olor a perfume fino y caro golpeaba su nariz, haciendo que el pulso se le acelerara.
Ella descansó la cabeza sobre el firme pecho de Garrett.
Él se puso duro como roca cuando el cálido aliento de Livia golpeó su pecho por encima de su camisa. Recordó lo que era tenerla entre sus piernas y perderse en su interior. Livia era una tentación que debía resistir si no deseaba arruinar más su situación con ella.
Haciendo acopio de toda su voluntad, Garrett se cerró a los recuerdos de su única noche juntos. Amaba esos recuerdos, pero hoy no los necesitaba. C