13. Castillos en la arena
Livia observó a Anthony sin creerle. Pero si le mentía, ¿qué ganaba él? ¿Su confianza? Era una gran posibilidad, por lo que no debía descartarlo. Ella era consciente de que no podía fiarse de nadie en esa casa; sin embargo, tenía curiosidad por conocer la historia de su tío.
—¿Estás bromeando? —preguntó para romper el denso silencio que se instaló entre ellos.
—¿Te parece que sea un tema con el que yo pueda bromear? —cuestionó él, sirviéndose otro trago—. No jugaría con mi origen, Livia. Soy el hijo de una actriz, nada sorprendente —musitó, bebiendo un nuevo sorbo, esta vez más lento.
—Si te soy sincera, no lo sé. No te conozco lo suficiente como para darte un voto de confianza.
Anthony sonrió.
—En eso eres muy parecida a Olivia —dijo, dejando el vaso sobre la mesa de centro.
—¿En qué? —preguntó Livia sin probar el contenido de su vaso.
—Ella no confiaba fácilmente en las personas, entiendo sus motivos. Mi padre no fue precisamente alguien digno de confianza