Abrí los ojos y me levanté, mire a mi alrededor y me baje de la cama, me pase las manos por la cara, yo era una estúpida.
Salí de la habitación, el olor a café inundó mi nariz.
— Pensé que no te ibas a levantar — Me dijo Caesar.
Él se acercó a mi y me entrego una taza con café.
— Dime que te vomité encima — Le dije.
Él arrugó el entrecejo.
— ¿No recuerdas lo que pasó ayer? — Me preguntó.
Yo negué con la cabeza haciéndome la loca, recordaba claramente todo lo que le había dicho y lo que él me había dicho a mi.
— No me vomitaste — Me dijo.
— ¿si tus papás son tan estrictos por qué te dejan pasar la noche fuera? — Me preguntó.
— A mi papá no le importa lo que haga, le da igual si me quedo una noche fuera o una semana, a él lo único que le importa es que no manche su preciado apellido — Le respondí.
— Tu papá es una mierda — Me dijo.
Yo me encogí de hombros.
— Lo se, ¿y cuéntame cuando te vas a casar? — Le pregunté.
— Aún no lo sé con certeza, pero me gustaría hacerlo en dos o tres meses