Marisa estuvo a punto de atragantarse con el agua que estaba bebiendo.
-¿Disculpa?
-Casarnos. Supondría muchas ventajas en comparación con educar al niño entre dos padres con residencias distintas.
-Te has vuelto loco.
-¿Tú crees?
-¿Basas una decisión tan importante en una noche de buen sexo?
-No hay duda de que nuestra compatibilidad sexual supone una ventaja.
-No.
-¿No la consideras una ventaja?
-No voy a casarme contigo.
-¿Podrías explicarme por qué?
-Siempre sabría que me lo habías propuesto porque te sentías obligado a hacerlo.
-¿Estás segura de eso?
-Por supuesto.
-¿Y si te equivocas?
-Ya he pasado por eso. Estuve comprometida durante un año. Tal y como resultaron las cosas, tuve que llegar a la conclusión de que apenas conocía al hombre con el que iba a casarme.
-En ese caso, ven a vivir conmigo.
-¿Disculpa?
-Trasládate a mi casa, comparte mi vida y decide si casarte conmigo sería tan horrible.
-No creo que sea buena idea.
-¿Tienes miedo?
-Claro que no -mintió Marisa . Si se ib