Mientras miraba en torno a la elegante galería, Marisa pensó que el principal propósito de la mayoría de los asistentes a la exposición, pertenecientes a la élite social de la ciudad, era ser vistos en acontecimientos como aquél.
La galería exponía los cuadros de tres conocidos pintores del país.
-Cuánto me alegro de verte por aquí, Alice.
Marisa miró al hombre que había saludado a su hermana y sonrió cuando ésta hizo las presentaciones.
-Te presento a Craig Mitchell, mi jefe.
Marisa notó el ligero rubor que cubrió las mejillas de su hermana y alzó una ceja con expresión especulativa cuando el hombre se alejó.
-No quiero comentarios -advirtió Alice en voz baja, y Marisa sonrió.
-¿Algún interés oculto?
-No.
Y las vacas volaban, pensó Marisa mientras dedicaba a su hermana una especulativa mirada.
-Es toda una reunión, ¿verdad? -dijo Alice.
Marisa asintió.
-Debe de estar toda la gente guapa de la ciudad con sus mejores galas.
-Hablando del rey de Roma -susurró Alice-, una de las mujer