Marisa permaneció en silencio mientras centraban su atención en los cuadros ante los que estaban pasando.
¿Sería consciente Leonidas de su estado emocional, del torbellino que despertaba en su interior... y en sus hormonas?
-¿Qué te parece este paisaje? -preguntó él unos momentos después.
Marisa se fijó en los atrevidos cofres del lienzo, que describían una ambigua escena que desataba la imaginación.
-Necesitaría una habitación para él solo -dijo.
La conversación derivó hacia el arte, un terreno mucho más seguro que el de las emociones, y Leonidas demostró estar muy al tanto de las características de los pintores que exponían en la galería.
-Tengo entradas para asistir el jueves por la tarde a la representación de The Merry Widow -dijo cuando terminaron de ver todos los cuadros.
-¿Me estás invitando a salir? -preguntó Marisa .
-Sí. ¿Necesitas pensártelo?
Al ver la burlona mirada de Stavros, Marisa le dedicó una brillante sonrisa.
-No. Me apetece ir al teatro.
En aquel momento destelló