Eva
El amanecer se filtraba por las cortinas cuando abrí los ojos. El espacio junto a mí estaba vacío, pero aún conservaba el calor de Damián. Me incorporé lentamente, sintiendo cada músculo de mi cuerpo recordarme la noche anterior. No sabía en qué momento exacto habíamos cruzado la línea entre el odio y algo más peligroso, más profundo. Algo que ninguno de los dos se atrevía a nombrar.
Me envolví en la sábana y caminé hacia la ventana. El cielo tenía un extraño tono rojizo, como si el amanecer estuviera teñido de sangre. Un escalofrío recorrió mi espalda.
—Algo no está bien —murmuré para mí misma.
Como respondiendo a mis pensamientos, un estruendo sacudió la mansión. El suelo tembló bajo mis pies y los cristales vibraron con violencia. Me vestí apresuradamente y salí al pasillo. El aire se sentía denso, cargado de una energía que hacía que se me erizara la piel.
—¡Damián! —grité, pero solo el eco de mi voz me respondió.
Bajé las escaleras corriendo, siguiendo los sonidos de una conm