Eva
La luz del amanecer se filtraba por las cortinas de la habitación, dibujando patrones dorados sobre las paredes. Permanecí inmóvil, observando cómo Damián dormía a mi lado. Su rostro, normalmente marcado por la tensión y la vigilancia constante, lucía sereno. Casi humano. Pasé mis dedos suavemente por su mejilla, temiendo despertarlo. Necesitaba estos momentos para pensar, para asimilar la verdad que había descubierto la noche anterior.
El grimorio de Lilith había revelado lo que tanto temía: el vínculo que nos estaba destruyendo solo podía romperse con un sacrificio. Mi sacrificio.
Me levanté con cuidado y me acerqué a la ventana. El mundo exterior parecía tan normal, tan ajeno a la guerra sobrenatural que se libraba en nuestras vidas. Respiré hondo, sintiendo el peso de la decisión que debía tomar.
—¿Cuánto tiempo llevas despierta? —La voz de Damián rompió el silencio.
—Lo suficiente para entender lo que debo hacer —respondí sin voltear a mirarlo.
Sentí sus pasos acercándose, y