New York, New York.

La salida del aeropuerto fue menos caótica que lo ocurrido la última hora en ese avión.

Es que este tipo era un verdadero imbécil.

¿Cómo se le pudo ocurrir la genial idea de querer revolcarse en el baño del avión y pasar por nuestro lado como si nada?

El como me di cuenta de su desfachatez es simple, por mi insomnio se me hacía difícil dormir en una cama, imagínense lo que era en un asiento de avión a miles de kilómetros de altura. Además, Louise se me había pegado como lapa y no quería despertarla.

El muy descarado estaba conversando de lo lindo con la díscola esa y hasta le ofreció pagarle y qué le habían dicho a esa, aceptó de inmediato, pero ese infeliz no contaba con que hubiera turbulencias y había caído sobre nosotras despertando a la niña de paso. Para cuando se reincorporó, Louise se había despertado y creo que fue la primera vez que me tuve que aguantar la risa al verlo verde de la furia por no poder hacer nada de lo que quería, pues la mujer salió escapando.

Me felicité por
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