La palabra familia rondaba mis pensamientos como una melodía que no podía dejar de tararear, aunque aún no conociera del todo su letra. Desde que se la dije a Santiago, el deseo había ido tomando forma dentro de mí como una flor abriéndose lentamente en primavera. Pero con él, también venían las dudas. Las sombras del pasado no desaparecen simplemente porque decides vivir una vida diferente.
Una semana después de nuestro aniversario, la conversación sobre tener un hijo se había vuelto recurrente. Santiago la abordaba con esa mezcla de ilusión y determinación que lo caracterizaba. A veces en voz baja, a veces entre bromas suaves, otras tantas con una ternura que me desarmaba.
—¿Y si se parece