El mensaje llegó a las tres de la madrugada.
Leo estaba despierto, como casi todas las noches desde que todo había comenzado a desmoronarse. Desde que la palabra “familia” dejó de significar solo amor y seguridad para transformarse en un rompecabezas que nadie quería armar frente a él.
Encendió el teléfono por inercia. Tenía la pantalla en modo nocturno, pero aun así la notificación brilló con una intensidad extraña. Como si fuera más que texto. Como si las palabras llevaran un pulso propio.
“Si quieres la verdad, ven solo. 7:00 p.m. Antigua estación de tren. —J.”
Se quedó mirándolo durante largo