CAPÍTULO 36
CHARLOTTE WATTSON SLINDER.
Horas antes...
Baja del caballo contemplando el atardecer. Se desabrocha el casco por debajo del mentón. Se quita los guantes de cuero y acaricia al animal, tocando su brillante pelaje mientras el resto de los muchachos observaban la sensualidad que irradiaba por tener el uniforme de montura con su blazer oscuro y su breech blanco ajustado a sus tonificadas piernas.
Sebastián se le acerca y ella ni se percata de su presencia.
—Cabalgas muy bien. Me recuerda a la noche en la que estuvimos juntos —comenta él, provocándole un susto.
Charlotte lo mira, casi ofendida al escucharlo decir eso. Observa a su alrededor para ver si alguien ha oído eso.
—No vuelvas a dar indicio de que hemos estado juntos, imbécil —carraspea ella, alejándose del caballo para ir al vestuario a cambiarse.
Sebastián la sigue a la salida del establo.
—¿Qué gran temor causa mi presencia en tu alma como para huir de la tentación? —se sigue burlando él.
—¿Te tragaste un libro de ro