83. Un acto de amor
Salió de la habitación porque nadie pudo detenerse.
Su madre, abuela y hermana estaban allí. Se incorporaron en cuanto lo vieron. Habían estado esperando ansiosas por tener noticias de él.
— ¡Hijo! — sollozó Julia Torrealba, estrechando a su primogénito en brazos.
— Madre — la tomó de los hombros y la miró a los ojos —. ¿Qué sabes de Ana Paula? Me dicen que está grave. No puede ser cierto.
La mujer acunó su mejilla.
— Cariño, es cierto. Estuvimos al pendiente de ella, pero… no nos dan noticias aún.
En ese momento, apareció un doctor por el pasillo, preguntando por familiares de la joven paciente.
— ¡Es mi esposa! — dijo él con orgullo — ¿Cómo está?
El doctor les explicó a detalle sobre su estado. No había sufrido quemaduras; sin embargo, estaba herida de gravedad, como le había comentado su amigo.
— Uno de sus pulmones ha sido comprometido — espetó el hombre, serio
— ¿Eso… que significa? — exigió saber, enseguida.
— Necesitamos un donante vivo que pueda donar una parte de su