40. Amenaza de aborto
Transcurrió una hora, pero, para el preocupado y angustiado CEO, parecieron cinco.
Julia y Laura Torrealba todavía se mostraban consternadas con lo sucedido. No se explicaban qué pudo haber ocurrido con esa muchacha, solo esperaban y rogaban para que ella y el nuevo integrante de la familia estuviesen bien.
— ¿Por qué nadie sale a darme noticias? — se sentía a punto de hacer un escándalo. Se acercó a recepción — Señorita, ¿Qué sucede con mi esposa? ¿Cuándo saldrán a darme razón de ella?
La mujer solo se encogió de hombros.
— Lo siento, señor, pero… no sabría decirle.
— ¿Y entonces quién sabría? — argumentó, molesto —. ¡Mi esposa lleva más de una hora que atravesó esa puerta y nadie sale a decirme nada!
— Hijo, tranquilo, por favor — le pidió su madre, acercándose. Lo tomó del brazo —. Estas cosas son así, pero verás que todo va a estar bien.
Él negó y colocó los brazos en jarra, seriamente frustrado.
— ¡Allí viene Bruno! — dijo la abuela del CEO, incorporándose.
Santos se acer