10. Llevar la fiesta en paz por el bien del bebé
— Santos Torrealba, te guste o no, esta muchacha es parte de nuestra ahora. Tu familia. Te casaste con ella, por amor a Dios. ¿Por qué te comportas de manera tan fría?
— Madre…
— No, me vas a escuchar. Sé que ya eres lo suficientemente adulto como para tomar tus decisiones, pero… ¿Por qué te casaste con ella si la ibas a tratar así? ¿Es por el hijo que esperan? ¿Es eso lo único que los une?
— Madre, basta ya, por favor. ¿Quieres? — suspiró, hastiado y miró a través de la ventana del despacho que daba con una parte del jardín.
— No, no quiero. En el servicio hay rumores de que no durmieron juntos en tu habitación. Yo misma la llevé a la tuya creyendo que una de las mucamas se había equivocado y…
— Espera. ¿Qué has dicho? — preguntó, ahora mirándola — ¿Tú llevaste a Ana Paula a mi habitación?
— Por supuesto que lo hice, es tu esposa — respondió orgullosa.
Santos se pellizcó el entrecejo y exhaló profundo mientras negaba con la cabeza. Carajo. Entonces que Ana Paula estuviese en su