—No quiero que me toques, Alejandro. ¡No me…!
—¿Por qué no, eh? ¿Ahora quieres que te toque ese imbécil? —se alejó un paso, observándola con ojos endemoniados—. De verdad no pensé que caerías tan bajo, Selene.
—Bajo caí el día en que te conocí —y sí, ese día comenzó el declive de su vida. Antes de Alejandro, ella solo era una muchacha común, que fantaseaba con cosas como: encontrar su príncipe azul, casarse y tener muchos hijos.
Luego, cuando aquel hombre apareció en su vida, todos sus sueños se derrumbaron. Descubrió que el amor no era un cuento de hadas como pensaba. Y es que Alejandro Urdiales no tenía nada de príncipe azul y sí mucho de canalla.
—Ah, ¿sí? Pues permíteme recordarte que en todos estos años parecías satisfecha.
Quizás en algún punto se dejó engañar, sí. Antes de que apareciera esa novia suya que, en pocos meses, había conseguido el papel que pensó algún día recibiría.
El asunto era que Alejandro nunca la había tomado en serio, y mientras ella se desvivía p