Si ella fuera inteligente renunciaría mañana mismo a la tarea que le habían pedido Milo y Kaleb. Ya había hecho la mayor parte y se lo agradecían. Él estaba en una posición mucho más saludable que hacía unas semanas. De mejor humor, sin yeso, trabajando activamente para volver al hockey. A su vida, en la que ella no contaba. Cualquier buen profesional podía ayudarle. No obstante, dudaba y en la incertidumbre, el deseo de seguir a su lado ganaba. Expuesta a sus planes.
Parecía que él había hecho cuestión de honor el seducirla. Eso debería enojarla; ella no era un trofeo ni un trozo de carne, pero ni para eso estaba sana. ¿Qué dirían Milo y Regina si supieran de esta insana fijación?
<<Sería un poco hipócrita que hicieran demasiado juicios, en especial Milo>>, se defendió de sí misma. La relación de aquel con Regina a había comenzado desde lo puramente sexual. Claro que había evolucionado y se había convertido en un amor intenso y fuerte que era muestra de cuán complementarias podían se