El tipo miró primero a Mateo y después se sentó a mi lado.
Aunque seguía haciéndose el caballero, me miraba con un aire de superioridad, y en su cara se notaba el desprecio.
Con tono orgulloso, me dijo:
—¿No decías que ese señor te estaba pretendiendo? Pues yo lo que veo… es que no parece.
Mientras hablaba, incluso le hizo un gesto con la cabeza a Mateo, como si quisiera saludarlo.
Mateo solo alzó la copa y sonrió un poco.
Al instante, el hombre se sintió aun más seguro de sí mismo y satisfecho.
—Ese señor claramente es alguien importante, con un porte extraordinario. Solo alguien como yo, un alto ejecutivo en una empresa que cotiza en bolsa, puede pertenecer a su círculo. En cambio, tú… —me miró de arriba abajo y añadió con una sonrisa llena de desprecio.
—Perdona que sea tan directo, pero una mujer que quiere acabar con un hombre rico debería, por lo menos, ser consciente de su nivel. Que yo me fije en ti ya es mucha suerte para ti.
¡Qué humillación!
Sus palabras fueron tan ofensivas