Mateo, incrédulo, preguntó:
—¿Qué casi la mataron a golpes?
Con una sonrisa sarcástica, miré a Carlos.
¡Qué exageración!
Dos bofetadas y ya decía que estaba a punto de morir.
Si Camila muriera tan fácil, sería un alivio.
Carlos, evitando mi mirada, le habló ansioso a Mateo:
—Señor Bernard, por la relación que han tenido en el pasado, tiene que salvarla.
—Mateo...
Justo cuando terminaba de hablar, Camila corrió hacia nosotros llorando.
Se había quitado el maquillaje de la parte golpeada, para que la marca se viera más evidente.
—Mateo, por fin llegaste. —Camila, con gesto de gran agravio, intentó lanzarse a sus brazos.
Pero Mateo se movió tranquilo y se colocó detrás de mí.
Camila cayó en el vacío. Su cara mostró disgusto, aunque enseguida volvió a fingir pena y debilidad.
Como no logró abrazar a Mateo, se arrojó al regazo de Carlos, y eso bastó para que volviera a sonreír.
Mateo la miró de arriba abajo y le preguntó a Carlos, sin emoción:
—¿No decías que estaba a punto de morir?
—Sí, s