—Además, la protagonista tiene un carácter fuerte, así que esa fuerza después de que le pegan también tienes que mostrarla, apretando los dientes. Con esa cara de estúpida que pones, ¿quién crees que va a ver la serie? —dijo Samuel, molesto.
En cuanto regañaron a Camila, Carlos empezó a ponerse nervioso.
Alan lo miró de reojo y le dijo:
—Ellos están actuando, no te metas. Si retrasas la grabación, ¿sabes de quién le vas a hacer perder el tiempo? ¡El de mi Valerie! Y yo estoy esperando para tener una cita con ella.
Fastidiado, Carlos suspiró, pero se contuvo y se quedó en la silla.
Vino la tercera toma.
Después del regaño, Camila mejoró un poco.
Al menos hizo como que lloraba y gritó “¡Perdón, princesa!”.
Samuel cerró los ojos y volteó la cara, como si ya no quisiera ni ver.
Respiró hondo varias veces y, ya sin ganas de seguir gritando, ordenó repetir la escena.
La cuarta y quinta toma fueron iguales:
Después de la cachetada, Camila solo decía “¡Perdón, princesa!” o “¡Por favor, piedad,