Mateo bajó la cabeza, como si estuviera pensando en algo.
Tampoco se servía, solo comía bocados pequeños.
No me aguanté las ganas de servirle un poco de comida en su plato, y le pregunté:
—¿Estás pensando en algo?
Él me sonrió:
—No, come.
Su sonrisa se veía muy forzada.
Como vi que no iba a decirme nada más, solo bajé la cabeza y seguí comiendo.
Cuando terminé y solté los cubiertos, Mateo por fin habló.
—Tengo un regalo para ti.
Me sorprendí:
—¿Qué regalo?
No respondió, solo me entregó una cajita.
Dudando, la recibí.
La abrí y resultó ser un collar de diamantes muy valioso.
Con razón hoy Asher había dicho que Mateo le pidió ayuda con un regalo.
Resulta que sí quería darme algo.
Pero, ¿por qué de la nada se le ocurría darme un regalo?
Sospechando, le pregunté:
—¿Por qué de la nada me das un regalo?
—Por nada, solo quería dártelo —respondió sin emoción, con la cabeza baja, mientras seguía comiendo.
Miré el regalo en mis manos, luego la comida bajo la luz de las velas, y recordando su act