—Ya están dormidos —Mateo dijo, indiferente.
Me extrañó:
—¿Entonces cómo es que Luki me mandó ese punto y se durmió tan rápido? Si no pasó ni un minuto.
Mateo respondió con calma:
—Te lo mandó y luego se quedó dormido.
—Ah… —contesté, sin saber si creerle o no, aunque tampoco valía la pena darle más vueltas.
Le pregunté:
—¿Y por qué me llamaste tan tarde, pasó algo?
—Nada, solo recordarte lo de mañana, la actividad de padres e hijos en la escuela, que no lo olvides.
—¿No me lo recordaste ya en la mañana?
—Tú eres tan despreocupada, siempre olvidas las cosas. Mejor te lo recuerdo varias veces —la voz de Mateo sonaba con un poco de fastidio.
—Está bien, ya lo sé, no lo voy a olvidar —dije con cansancio.
De la nada guardó silencio.
Pasaron unos segundos y no pude evitar bostezar:
—Es tarde, si no hay nada más, me voy a dormir.
—Embi preguntó cuándo vas a volver.
—Eh… aún no estoy segura —respondí.
Aunque ya había colocado los micrófonos en su dormitorio y en el estudio, todavía no había d